domingo, 30 de marzo de 2014

Café frío.



  Había algo que a Leonardo no terminaba de cuadrarle.

  En su habitación de perfecto desconocido las cortinas cortaban la luz de forma que vestían a
 Valentina con encajes de fuego.

  Con una mirada y un suspiro Leonardo salió en calzoncillos a por un poco de agua.
  Era increible que siguiera sediento.

  Varios meses de relación no parecían hacer mella en el caos imperante.

  Ya en la cocina observó con ojo crítico una taza que bien podría pasar por un bebedero de patos. Puso cara de haber encontrado un par de milímetros sin mierda en el  borde de la taza y apartando la montaña de platos del fregadero consiguió abrir el grifo.

  -Es de mala educación dejar desatendida a una dama.

  Apoyada, vestía con su desnudez el marco de la puerta.


  -Sobretodo si esta desnuda en mi cama, ¿no?

 -Sobretodo. Hazme café.

  Y con un saltito adoptó la pose de un power ranger señalando a un enemigo. Pero ni tenía ropa ni era un power ranger así que el resultado fue bastante erótico-festivo.

  Leonardo se encogió de hombros y empezó a preparar la cafetera.

  -Estás vacunada. ¿no?

   Fugaz, una sonrisa retumbó en su cara traviesa.

  -Qué gracioso.

  Se dió la vuelta y dejó a Panoramix oliendo lo que quedaba de algo parecido a café.

  Los caprichosos rayos del sol abrigan poco, así que Valentina aprovechó el tiempo y se vistió.

  Mirándose distraida en el espejo de la habitación se percató de que se acababa de levantar.   Disimuladamente se escurrió hasta el baño y robó la porción de dentífrico mejor aprovechada de la semana.

  -¿Dónde andas? Ya tengo tu café... Y en una taza bastante limpia...

  Eso último lo murmuró por si el fregadero y las manadas de pelusas salvajes no dijesen suficiente sobre sus aptitudes higiénicas.

  -He estado pensando en que te vengas a vivir aquí, conmigo.

  Valentina, recién llegada al salón, abrió los ojos como almendras.

  -Leo, ya te dije que lo hablaríamos de ello más adelante.

  -Pero es que quiero hablarlo ya. Toma, tu café.

  -¿No te has hecho para ti?
 
  Valentina se había vestido completamente. Llevaba puesto ese uniforme empresarial sobrio y aburrido que tanto contrastaba con su vida nocturna.

  -Soy más de cerveza. ¿Te vas ya? Pensaba que podrías quedarte más tiempo.

  -Al final no voy a poder. Pero el finde que viene a lo mejor podemos salir por ahí.

  -Si, bueno, estaría bien.

  Tomó la taza medio muerta que Valentina le tendía y acogió con agrado un rápido beso en la mejilla.

  -Me tengo que ir, luego te llamo, ¿vale?

  -Vale, hasta luego.

  Y su ausencia fue como un Otoño sin atardeceres.

* * *

  A una distancia prudente del piso de Leonardo Valentina redesayunaba en una cafetería al pie de un edificio de oficinas con un hombre bien vestido y mejor afeitado.
 
  Con voz profunda dijo:

  -¿Sabes que no llevas puesto nuestro anillo?
 
  -Oh, fantástico.
 

domingo, 23 de marzo de 2014

La brújula apunta al amanecer.

Bueno, hace un  tiempo que no publico, pero hoy os traigo un poemilla en el que he estado trabajando hoy.

Espero que lo disfrutéis tanto como yo sangrándolo.


Tengo de mi barco un remo,
de almirante un caracol,
de madera tu recuerdo
y de agua el ron.

Sé que no soy aventura,
que floto como un ladrillo
y mi bastón es la duda.
Se todo lo que no he dicho.

La brújula apunta al amanecer.