El niño de los ojos huecos mira sin ver el columpio que se mece vacío de vida y carga.
Se pasa los días así, mirando la arena escurrirse entre sus dedos, intentando hacer castillos que nunca termina, mirando un columpio mecerse sin saber si en su próxima visita traerá besos o un tributo de aire.
El niño sabe leer y sabe escribir, pero lo que de verdad le gusta es volar. Volar entre bandadas de flamencos de papel o navegar una corriente de luz otoñal usando una hoja de roble.
En realidad nunca tuvo interés en la arena, por eso nunca consiguió que se levantaran a su alrededor luminosos castillos de lluvia sucia.
El niño aterriza por fin en el parque y se marcha con Valentina dados de la mano.
https://www.youtube.com/watch?v=6nJk0PGyQ68
ResponderEliminarSopla viento sopla, que emprendemos el vuelo, sin dudar :D, Feliz año Sr. Saborido